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minoría. La Alianza Central de las Uniones Rusas del Trabajo dominó completamente la
situación y aprobó todas sus resoluciones.
En concomitancia con el décimotercer congreso de la FAUD -Freie Arbeiter-Union
Deutschlands: Unión de los Trabajadores Libres de Alemania-, se reunió en Düsseldorf, en
octubre de 1921, una conferencia internacional de organizaciones sindicales, a la que
asistieron delegados de Alemania, Suecia, Holanda, Checoslovaquia y de los IWW de los
Rocker - Anarcosindicalismo 63
Estados Unidos. Esta conferencia votó por la convocatoria de un congreso internacional de
sindicales para la primavera de 1922. Se eligió Berlín como lugar de reunión. Para preparar
dicho congreso, se celebró una reunión en julio de 1922, en dicha capital, en la que
estuvieron representadas Francia, Alemania, Noruega, Suecia, Holanda, España y asimismo
los sindicalistas revolucionarios de Rusia. También envió un delegado la Alianza Central de
sindicatos rusos, que hizo todo lo posible por evitar la convocatoria del congreso, y que, al
no lograrlo, abandonó la conferencia. La conferencia redactó una declaración de los
principios del sindicalismo revolucionario, que debía ser sometida a la consideración del
anunciado congreso y se hicieron todos los preparativos para que le mismo resultara un
éxito.
El Congreso Internacional de Sindicales estuvo reunido en Berlín el 25 de diciembre de
1922 hasta el 2 de enero de 1923, y en él estuvieron representadas las siguientes
organizaciones: Federación Obrera Regional Argentina, con 200.000 afiliados; Trabajadores
Industriales del Mundo, de Chile, con 20.000; Unión para la Propaganda Sindicalista, de
Dinamarca, con 600; la Freie Arbeiter Union, de Alemania, con 120.000; el National Arbeids
Sekretariaat, de Holanda, con 22.500; Unione Sindicale Italiana, con 500.000;
Confederación General de Trabajadores, de Méjico, con 30.000; Norsk Syndikalistik
Federation, de Noruega, con 20.000; Confederaçao Geral do Travalho, de Portugal, con
150.000; Sveriges Arbetares Centralorganisation, de Suecia, con 32.000. La CNT española
no pudo asistir por hallarse en aquellos días empeñada en la terrible lucha con la dictadura
de Primo de Rivera, pero reafirmó su adhesión en el congreso secreto que tuvo lugar en
Zaragoza en octubre de 1923. En Francia, cuya CGT sufrió una escisión al terminar la
guerra, formándo se la CGTU, esta última se había ya unido a moscovitas. Pero en la
organización quedaba una minoría que acordó la creación del Comité de Défense
Syndicaliste Révolutionnaire. Este comité, que representaba unos 100.000 trabajadores,
tornó parte activa en las deliberaciones del Congreso de Berlín. También estuvieron
representadas las organizaciones parisienses Fédération du Bátiment Ramo de la
construcción- y la Fédération des Jeunesses de la Seine. Dos delegados asistieron en
nombre de la minoría sindicalista de las uniones rusas del trabajo.
El Congreso resolvió por unanimidad crear una alianza internacional de todas las
organizaciones sindicales, bajo la denominación de Asociación Internacional de los
Trabajadores. Aprobó la declaración de principios que había sido redactada en la
conferencia preliminar de Berlín, en la que se hacía una franca profesión de
anarcosindicalismo. El segundo párrafo de dicha declaración dice:
«El Sindicalismo Revolucionario es enemigo declarado de toda forma de monopolio
económico y social, y se propone su abolición por medio de comunidades económicas y de
órganos administrativos de los trabajadores del campo y de las fábricas, a base de un
sistema de consejos libres, completamente emancipados de toda subordinación a ningún
gobierno ni partido político. Contra la política del Estado y de los partidos, levanta la
organización económica del trabajo; contra el gobierno de los hombres, proclama la
administración de las cosas. Por consiguiente, su objetivo no es la conquista del poder
político, sino la abolición de toda función del Estado en la vida social. Estima que,
juntamente con el monopolio de la propiedad, debe desaparecer el monopolio del dominio, y
que toda forma de Estado, incluso la dictadura proletaria, será siempre engendradora de
nuevos monopolios y de nuevos privilegios: nunca podría ser instrumento de liberación.»
Con esto, la ruptura con el bolchevismo y sus adictos en todos los países era definitiva.
La AIT -o IWMA-, a partir de entonces, siguió su propio camino y ganó terreno en varios
países que no habían estado representados en el congreso en que fue fundada. Sostiene
sus congresos internacionales, publica sus boletines y ensambla las relaciones entre las
organizaciones sindicales de distintos países. Entre todas las alianzas internacionales del
trabajo organizado, es la que mantiene con más lealtad las tradiciones de la Primera
Internacional.
La organización más poderosa e influyente de la AIT es la CNT de España, la cual, en
la actualidad está desempeñando un papel histórico en la vida de Europa y que, además,
está llevando a cabo una de las tareas más arduas que se le hayan planteado nunca a una
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