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energía justo a tiempo, antes de que Dou le decapitara con su chispeante espada.
 ¡Bésame el culo!  chilló Bill, lo cual era excusable, quizá debido a la urgencia de la
situación.
La verdad es que el resultado que tendría aquella pelea que se desarrollaba a
vertiginosa velocidad era extremadamente incierto. El elemento sorpresa ya se había
perdido, ya que la sorpresa sólo es efectiva mientras continúa siendo sorprendente; por
esto, el fiel de la balanza se inclinó hacia el lado del bando que contaba con más
hombres, y aquel ataque fue ganado claramente por Micer; allí, en su santuario, protegido
por oficiales corruptos que le obedecían por dinero, él parecía dominar la situación. Sus
soldados con armadura de escarabajo, con sus chivatos zumbando, con los cuellos
sangrando por las inyecciones automáticas de drogas inductoras de furor, cargaban con
todas sus fuerzas, asestando mandobles a su alrededor con sus cortas lanzas de energía
que producían feas explosiones de energía con gran capacidad destructiva. Splock había
tenido el buen sentido de llevar consigo un bote de ULP, el amortiguador de energía en
aerosol, por lo que todos salieron ilesos de la primera andanada. ¿Pero qué iban a hacer
después de eso?
Sorprendentemente, la respuesta la proporcionaría una simple rosa azul de tallo largo.
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Sin embargo, alguien puede creer que se exageran los hechos. La rosa azul estuvo
presente durante el siguiente y decisivo momento, y por tanto podría incriminársele algún
tipo de culpa por asociación. Pero de ninguna forma podría considerarse la casualidad
respecto a los acontecimientos que vinieron a continuación.
La rosa azul estaba sobre la mesa de café del capitán Dirk. No tiene ningún papel en
esta historia pero, a pesar de todo, estaba ineluctablemente allí.
Es más, el mismo Dirk estaba allí.
O, para ser más precisos, se hallaba en sus habitaciones privadas de la Sentidocomún
la mañana en que la rosa azul se abrió y un espaciograma fue captado por un oficial de
guardia de comunicaciones en quien nadie había pensado mucho antes de aquello.
 ¿Un espaciograma?  preguntó Dirk, cuando el oficial de comunicaciones Paul Muni
(no tiene relación alguna con el actor de carácter del mismo nombre), entró en las
habitaciones con la hoja de impresora en la mano.
 Sí, señor  dijo Muni. Era un hombre alto, guapo y joven, con un bigotito. Dicho
bigote había sido motivo de risa cuando Muni llegó a bordo de la nave por primera vez.
Dirk lo recordaba porque era la temporada del pavo en la Sentidocomún y los hombres
hallaban graciosas las cosas más extrañas. Muni no lo sabía, por supuesto. Había
pensado que se reían de él.
En cierta forma, así era, evidentemente, pero no del todo.
Muni, un tipo normalmente arrojado y abierto, de naturaleza despreocupada, se
convirtió del día a la noche en un misántropo. Permanecía solo en la sala de
comunicaciones, que había cubierto con papel negro porque decía que la luz brillante de
los fluorescentes le hería la vista. Se hacía llevar la comida allí y rehusaba conversar con
la tripulación. A veces, cuando uno pasaba por la cabina de comunicaciones, podía oír un
sonido como de repiqueteo, que nunca consiguió nadie averiguar de qué se trataba, y
aumentaba el misterio.
El comportamiento de Muni fue presentado a Dirk para que le dedicara su atención.
Aquel día, Dirk llevaba puesto su traje ajustado, de una pieza, de colores marrón y azul.
Estaba de un humor expansivo.
 Déjenle que se quede en la sala de comunicaciones  dijo Dirk . Déjenle en paz; ya
cambiará.
 Pero señor... es un comportamiento insólito.
 ¿Y desde cuándo no toleramos los comportamientos insólitos en aquellos que
sospechamos están trastornados?
 ¿Quiere decir, que Muni está loco?
 Sólo temporalmente, creo. Déjenle tranquilo. Todo se solucionará.
La opinión de Dirk había resultado ser presciente. Solo en la oscuridad, tendido entre
aquel laberinto de papel negro, Muni estaba recuperando sus nervios y su confianza.
 Tío  se decía a sí mismo , probablemente mi bigote tenía aspecto ridículo. Qué
tonto fui al dejar que las chanzas de los compañeros me afectaran hasta ese punto.
Pensó en dejar la sala de comunicaciones. Repentinamente se sintió con humor
suficiente para jugar un emocionante partido de tenis de mesa. Pero sabía que primero
tenía que hacer una cosa.
 Algo especial  se dijo. Luego, mirando la lista de problemas especiales de
comunicación, su voluntad se reafirmó.
 ¡Yo lo haré!  dijo.
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 Así que ha conseguido descifrar el código de espaciogramas  dijo Dirk . Nadie
pensaba que pudiera hacerse. Ha sido el secreto más importante de nuestros enemigos,
los asesinons del planeta del Tormento.
 Lo he descifrado  dijo Muni. Si en su voz se adivinó una pizca de orgullo, Dirk no
pensaba reprochárselo.
 Léamelo, señor Muni.
Muni se aclaró la garganta, y leyó:
 «De tentáculo de acción asesinon 2 a alto mando de asesinon central en el domicilio
secreto del planeta escondido. Ave.»
 Un saludo muy largo  comentó Dirk.
 Sí, señor  dijo Muni, y continuó . «Este tentáculo armado ha descubierto que los
criminales terrícolas señor Splock y comandante Ham Dou están acorralados al presente
por el ejército doméstico de Micer, poseedor y propietario del asteroide santuario de
Dentoide 12. Pedimos autorización para entrar a traición en santuario, matar a todos los
que se resistan y encerrar al resto en pequeñas jaulas para mostrarlos en nuestra marcha
triunfal al volver a la central. Cambio.»
 ¿Y la respuesta?  preguntó Dirk.
 No la tenemos, señor. El mensaje acaba aquí.
 Señor Muni  dijo Dirk . Le felicito por ese excelente trabajo. Pero a pesar de que
no es culpa suya, está hecho a medias. Necesitamos el espaciograma que el alto mando
de los asesinons envíe en respuesta a éste. Ahora vuelva a su cabina de comunicaciones,
señor Muni, y mantenga su oreja pegada al audífono o a lo que sea que hace para reunir
esta información.
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